jueves, 19 de agosto de 2010

Instante

Imagina que estás tumbado sobre la cama, con los brazos bajo la cabeza, mirando el techo y con los cascos inyectándote tu dosis de droga en formato audio. Te empiezas a dormir. Aparece esa sensación tan incómoda de intentar atrapar algo con las manos, pero sin saber exactamente el que, ni dónde está, ni siquiera si está a tu alcance. Un escalofrío recorre tu espalda. Como un rayo. Tus párpados, que estaban a punto de cerrarse, se disparan y tu cabeza se levanta de repente. Te incorporas a gran velocidad y saltas de la cama. Estás eufórico. Sientes que, por un instante, has encontrado tu camino. Tu manual de instrucciones. Empiezas a dar vueltas por la habitación, sigues dándole vueltas. "No es tan descabellado. No sería el primero que lo hace." Cogiendo impulso, abres la puerta, te sientas en la mesa y tomas una buena bocanada de aire.

Sueltas el aire. Y al soltarlo sientes que acabas de soltar parte de tu emoción inicial. Te quedas unos segundos en blanco, diciendo para tus adentros "¿En qué demonios estaría pensando?". "¿Cómo se me ha podido ocurrir?". Y, con algo más de parsimonia, vuelves a tumbarte en tu cama. Aunque esta vez de lado.

Tan sólo me gustaría decirte que, la próxima vez que vuelvas a sentir eso, que te encuentres con que tienes por fin tu vía de escape, deja de pensar. En serio, deja la mente en blanco. Desconecta del todo. No empieces a pensar si es lógico, si tiene sentido, ni siquiera si es realmente posible. Si algo te hace realmente feliz, que nunca se te pase por la cabeza renunciar a ello. Aunque la felicidad que te ofrezca sea tan sólo de un instante.

No hay comentarios: